Nació en Binaced (Huesca) el 12 de agosto de 1900. Se trasladó a Sabadell en 1927. Se casó con Esperanza Fernández Santín, que había llegado a Sabadell en 1922 procedente de la localidad leonesa de Ruitelan, donde había nacido. Tuvieron dos hijos, Antonia (1932) y Alfredo (1938).
Según la documentación consultada, Pedro trabajaba como «peón agrícola», aunque según Francesc (hijo de Antonia), su abuelo «trabajaba montando torres de transmisión eléctrica» y, según le contó su abuela, militaba en el Partido Obrero de Unificación Marxista (PSUC) o en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), hecho que no ha podido ser confirmado.
Pedro tuvo que exiliarse y Esperanza tuvo que hacerse cargo de los dos niños y de su madre. En 1946, las penurias obligaron a Esperanza a acogerse a los beneficios del trabajo de la «Red de Huérfanos de la Nación y de la Guerra» y se abrió un expediente en el que se le entregó un certificado de defunción de Pedro, expedido por la de Klagenfurt, en el que se le notifica su muerte en Auschwitz el 23 de febrero de 1943. La familia de Pedro sabía de su muerte, pero con el paso del tiempo, el silencio y el miedo con los que vivieron los años del franquismo y la guerra, olvidaron el lugar de su muerte.
No fue hasta mayo de 2010, cuando Francesc conoció la verdadera ruta de su abuelo, pudiendo comprobar que su trayectoria fue un tanto particular si la comparamos con la del resto de los republicanos españoles. Según el expediente de Dachau, entró en este campo el 7 de de julio de 1941 y es identificado en su ficha como «prisionero español» (Rotspanier). Se trata de un caso poco común, ya que hay que recordar que a partir del verano de 1940, los republicanos identificados por la Gestapo en los campos de prisioneros de guerra fueron deportados a Mauthausen. Sólo un español había sido admitido en Dachau, y 14 en 1941, de los cuales la mitad procedían de Mauthausen. Para los otros siete, entre ellos Pedro, fue su primer destino. Actualmente se desconoce el punto de partida de su deportación.